La jornada es calurosa, en Ganuza dan una máxima de 32 grados, no es el día más apropiado para subir a la Sierra pero no podemos desaprovechar la ocasión. Iniciamos la excursión en la plaza del pueblo, Pili decide que no sube, que no está en forma. Al final conformamos la cuadrilla los riojanos, Koldo, Adi, Niebla y yo.
En el tramo posterior a los robles de San Pablo, Ana decide volver al pueblo, demasiada pendiente y calor para ella. Por teléfono, le pedimos a Pili que la espere en los Nogales. Seguimos Adelante, pasamos al lado de la Peña Rajada y volvemos a contar lo que tantas veces hemos relatado (1).
El recorrido por debajo de las peñas me traslada a unos tiempos de caminos desdibujados por la acción del agua y la vegetación, de una naturaleza abrupta impermeable a la presencia del hombre, de soledades acompañadas de roca y verde. Imagino muy difícil la vida de mis antepasados cuidando el ganado en la sierra.
Como el paseo se ha hecho corto, decidimos volver al cruce que dejamos atrás, debajo del Puerto Nuevo, para tomar la vereda que nos llevará a la ermita de Santiago. En quince minutos ya estamos otra vez en el cruce. Nos introducimos entre las peñas a través de los accesos del puerto.
Seguimos por una senda que discurre entre bojes. Este tramo, a pesar de no tener ninguna dificultad, ha sido para mí un poco penoso, la cabeza del grupo la ha tomado Verónica, muy joven, y ha impuesto un ritmo demasiado elevado para mi condición física.
Descendemos a través de una trocha protegida del sol por un robledal de bajo porte. Veinte minutos de bajada y llegamos a los Nogales. Nos despedimos de Koldo.
Me quedo con la sensación de haber visto rincones de una belleza excepcional, de haber contemplado secretos perdidos en el tiempo, de incorporar a mi vida un paisaje que me va a acompañar durante una larga temporada.
En este viaje no sólo me han acompañado mis amigos, también han estado conmigo esos pastores que guardaban el ganado en la Cueva de Andueza o que almorzaban en la Sala de los Pastores, esos romeros que subían a la ermita el mes de junio, esos corrales de piedra con la techumbre hundida, …
Te sugiero que cuando subas a Lokiz prestes mucha atención a las historias que te cuentan las piedras, los árboles, las sendas, … Detrás de todo ello hay un mundo ancestral, a veces mágico, que te llenará de sensaciones entrañables que perdurarán en el tiempo.
Ruta de acceso a la Cueva de San Prudencio
Enlaces de interés:
Ganuza, Emita de Santiago, Sardegui y Agujero de Ollobarrenen.
La peña Rajada, Cuevas de San Prudencio y Reloj de Sol.
(1): «Hace muchos siglos estaba Santiago con sus huestes a caballo rodeado de Moros y a punto de ser vencido, cuando sacó su espada y de un sólo golpe partió la Piedra en dos, dejando un paso de caballo por el que Santiago y los suyos pudieron huir y posteriormente vencer a sus enemigos.» Fuente: rutasnavarra.com